Nuestros hijos pasan bastante tiempo con sus abuelos. Eso es maravilloso en muchos sentidos. Gracias a ellos he tenido la posibilidad de estudiar y de trabajar sabiendo que mis hijos están en buenas manos. Mis padres han disfrutado de su abuelitud plenamente (lo cual, dicen ellos, es maravilloso y que en varios aspectos supera el ser padres). Han tenido nietos y abuelos la posibilidad de compartir, de acompañarse, conocerse y aprender en doble vía.
Mis padres nunca se han quedado quietos, siempre están haciendo algo y cuando se les está acabando, se inventan algo más. Así que con los chicos en la casa es igual. No hay horarios, pero sí pequeñas rutinas. Cada abuelo, de manera independiente trabaja con ellos en aquellas cosas que "les parece importante que los chicos aprendan" y que ellos reciben gustosamente. Creo que esa es una de las razones para que la cosa funcione, que los chicos han tenido tan poco trabajo dirigido en su vida que lo reciben con mucho agrado y sin prejuicios. Además, sus relaciones interpersonales están basadas en el afecto y cuando uno comparte con alguien a quien quiere se aprende mucho mejor. Mis padres son muy pacientes y complacientes, aunque también exigentes. Así que todo esto sumado es una muy buena receta que da como resultado un interesante abueloschooling. Trabajan lectoescritura, matemáticas, historia, razonamiento lógico, costura, tejido, cocina.
¡Qué vivan los abuelos!
Espero algún día hacer yo también abueloschooling :)
3 comentarios:
Qué bello. Sí, que vivan los abuelos.
Precioso. Y sí, como dice Silvia: ¡Vivan los abuelos! :).
:**
:) Qué rico es compartir con ustedes. Un abrazo!
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