jueves, 19 de julio de 2012

Tiempo para el afecto


En verdad somos muy afortunados. Cada día nos levantamos a nuestra hora, a nuestro ritmo, unos primero, otros luego. Aunque casi siempre me despierto primero no abro los ojos hasta que alguno de mis cachorros se trepa en la cama, y vienen las historias de los sueños que vivieron en la noche, y los abrazos y los apapachos. El cachorro menor se levanta cada día siendo un animal diferente (casi) y pregunta qué come y qué hace ese animal, imita sus ruidos y brinca (así el animal brinque o no) encima de la cama, es decir, encima nuestro. Nada se compara con la mirada de Anuk cuando llega en la mañana y sus ojos son oscuros y vivaces y me miran desde el alma. Y podemos estar juntos en cama 10 minutos o una hora (el tiempo necesario), tiempo que me llena de vida para el resto del día porque tuve el placer de abrigar a mis hijos entre mis brazos.