jueves, 29 de mayo de 2014

El tiempo pasa...

Hace unos días, escribiendo la entrada anterior, me di cuenta que este blog existe hace más de cuatro años y quedé de una pieza! Caramba! Que cómo pasa el tiempo y al no tener la costumbre de celebrar cada año el cumple del blog pues se me ha pasado el tiempo sin darme cuenta.

Cuando comencé este espacio Líam era un lactante, Iryna estaba entrando a la adolescencia, yo era madre de tiempo completo. Intentábamos trabajar con algo de ritmo académico, Anuk iniciaba su proceso lectoescritor, yo leía todos los blogs y teoría HS que se me cruzara, participaba en carnavales hs, hacíamos foros virtuales...

¡Qué lejos quedó todo eso!

Pero gracias a este espacio he tenido la posibilidad de conocer unas mujeres maravillosas que admiro de corazón y que aunque se encuentren muy lejos, las siento cerquita.

Éste ha sido un espacio para pensar, pensarse, pensarme, para desahogarme, para crecer.

Ha sido muy grato.

viernes, 16 de mayo de 2014

Las trampas en el colegio

Marvan está iniciando un proceso que admiro muchísimo y del cual dudo si yo sería capaz: luego de hacer EeF por 6 años su hijo de 15 ha decidido escolarizarse. Luego de dos semanas en el cole todos se hallaban un poco agotados y abrumados por el ritmo escolar, pero esperan con el tiempo seguirle el paso. Por una entrada que ella hizo en su blog tocando ese punto recordé algunas prácticas que realicé en mi escolarización y que sirvieron para sobrevivir en ese mundo. He de decir que aunque estoy segura que casi todos hemos hecho cosas similares, muchos no creerán conveniente que sus chicos se enteren, jejeje.

Cada cual según su colegio, preferencias, posibilidades y gusto por los riesgos inventa su propio sistema para acortar caminos y sobrevivir en la selva del sistema educativo. Yo desarrollé el mío y aquí lo comparto. (Marvan, no sé si le dejarás leer esto a tus chicos... ;)

En la primaria y el primer año de bachillerato fui una nerda total. Por exigencia de casa tenía que tener el promedio por encima de 9/10 y ser la primera de la clase. Sé que mis padres lo hacían con buena intención pero la verdad no fue nada grato para mí... La nota es una cosa muy compleja, uno se vuelve algo así como adicto a la aprobación externa, demasiado perfeccionista y a la vez inseguro y con baja autoestima; al menos así fue para mí.

Eso afectó todo en mi vida: Socialmente, pasaba mucho tiempo sola por envidias y malos entendidos con los compañeros, no me gustaba trabajar en grupo porque los otros no hacían nada confiando en que uno sacara la cara por todos, así que trabajé casi siempre sola y me la pasé sola; así se resume esa etapa, En Soledad. Emocionalmente, como decía antes, la inseguridad y la aprobación externa, la baja autoestima son sombras con las que aun hoy lucho todos los días, el ego lo doblegué, aunque creo que se me fue la mano. Intelectualmente, porque gasté mucho tiempo en cosas que realmente no me sirvieron luego para nada y desaproveché oportunidades de aprendizaje que habían sido mucho más valiosas para mi futuro, además creía demasiado en la academia así que mis procesos autodidactas en ese momento eran casi nulos, aparte de la literatura, no queda nada más. Físicamente, porque el estrés al que me veía sometida por todo el ambiente en el que vivía hacía que mi espalda estuviera llena de nudos, parecía un rosario, toda toda mi espalda era un solo dolor. Mi postura corporal no es buena y se lo debo a esos años, fue a los 20 años con el ballet que al fin pude soltar mi espalda y aprender a manejar la tensión y los estiramientos, así que hoy, a pesar de estar un poco encorvada, verme al espejo la espalda que tengo hoy en día es todo un orgullo, una satisfacción, una victoria para mí. Tiempo, porque prácticamente no viví otra cosa que no fuera cole, hacía TODAS las tareas lo mejor posible, leía todo lo que había que leer, cumplía con todo y sufría por hacerlo.

En segundo grado de bachillerato, a la edad de 13 años, me cambiaron de grupo en el cole, y conté con la grata compañía de una chica que para rematar, vivía cerca de mi casa. Ella era super relajada, divertida, y me convenció de que no se debía hacer tanto como yo hacía para pasar el cole, que también ese debía ser un espacio para disfrutarlo y que el estar pegada a los libros no me lo permitían. Fue un excelente año. Mi promedio quedó como en 7.5, y a pesar de eso era la segunda de la clase. Obvio, mis padres estaban de cabeza y me regañaban mucho, pero yo me la pasé muy bien.

Así que desde el año siguiente busqué un poco más de equilibrio, que 8.5 era un buen promedio y mis viejos no se estresaban tanto, que no todo tenía que ser perfecto ni tenía que esforzarme taaanto con las cosas que no me gustaban, porque con las que sí, obvio, le hacía con toda.

Había materias que definitivamente no me gustaban, porque el profesor era de un aburrido, por tema o metodología. Así que cuando tenía esas clases, iba momentos antes a la biblioteca y sacaba un libro, el cual leía en esa clase, no molestaba a nadie y hacía algo que me gustaba. Así pasé el resto del bachillerato, leyendo en todas las clases que me aburrían.

Tuvimos un profesor que nos alcahuetiaba,  así que de algunas clases nos "volábamos" y él nos dejaba estar en su salón, o a veces simplemente nos íbamos al parque de los niños y le huíamos a los profesores. Buscábamos ayudarle a alguna profesora o al coordinador para pasar ese tiempo fuera del salón, participaba en foros y cualquier cosa que se hiciera fuera del colegio. A veces no alcanzaba a hacer una plancha de dibujo técnico (que me gustaba mucho pero que dejaba con frecuencia para lo último por la cantidad de tiempo que requería) así que llegaba intencionalmente ese día tarde y me quedaba el primer bloque en la biblioteca haciendo la tarea (porque a los que llegaban tarde "en castigo" no los dejaban entrar a clase)

Con los exámenes uno ve de todo y algunas cosas hace. Tenía un compañero que hacía el resumen y lo pegaba en el espaldar de la silla de adelante, otras se escribían las fórmulas en las piernas y se levantaban la falda a mitad de examen. Desarrollamos códigos para contestar exámenes de selección múltiple al estilo de piedra, papel y tijera. Algunos hacían resúmenes por páginas y después cada cual compilaba, otros pagaban por algún trabajo. Y claro, la copia escrita, esa es infaltable y muchas veces necesaria, que hay profesores que seguirán creyendo que los datos por sí solos son importantes, además que los hay cascareros: teníamos uno que hacía dos columnas para relacionar items, una tenía 10 y la otra 20. o_O

Posiblemente me acordaré luego de más y si quieren compartir alguna, bienvenidos.

En resumen y en mi opinión personal, en el colegio no vale la pena hacer las cosas tan bien como el sistema lo sueña porque simplemente muchas de las cosas que se estudian no sirven para nada, así que para qué dedicar tanto tiempo en algo que no va a ser útil? Las notas del colegio casi ninguna universidad la pide, no representa (casi nunca) una beca para algún estudio, es decir, que el graduado del colegio, da igual si pasó con 6 o con 10, si fue estudioso o vago, el cartón no dice nada de eso y la nota al fin de cuentas no mide mucho. Mi querido esposo fue medio vago en el cole, en parte porque se la pasaba teatriando y no le quedaba mucho tiempo, pero él sabía que el examen del Icfes era importante para estudiar en la universidad y que podía ser determinante, así que lo presentó a conciencia y fue uno de los mejores puntajes del colegio para sorpresa de compañeros y profesores.

Un abrazo Marvan querida y deseo de corazón que este proceso que inician sea satisfactorio para todos.



lunes, 12 de mayo de 2014

El valor del aburrimiento

Todo el sistema comercial, educativo y publicitario nos seduce para que vivamos la vida al %100, desbordando vitalidad, derrochando energía, estando siempre activos. Nos presentan un sin fin de planes "divertidos" y entre más cosas hagamos parecería que la vida es más intensa, más vida.

Pero veo mi mundito y siento que debe haber cierto equilibrio entre la actividad y la pasividad, hacer mucho y hacer nada, y que se olvida el valor del aburrimiento.

Porque es allí, en ese momento que limita con el sueño, la ansiedad y el mal genio en el cual surgen, a veces, ideas útiles, creadoras o brillantes. 

A los padres de esta modernidad nos han convencido de que debemos hacer de la infancia de nuestros hijos algo único y maravilloso, una de las razones por las cuales muchos padres entran en pánico cuando escuchan la voz de su hijo diciendo "estoy aburrido". La respuesta de esta casa es "el aburrimiento es una decisión personal"... Y pues sí, que anden y miren a ver qué se inventan (que ojalá no sea molestar a sus hermanos), que tienen la casa llena de materiales para hacer, construir, leer, que pueden jugar, saltar lazo, que cocinen algo, en fin, que las posibilidades son las que ellos deseen que sean. Al momento están haciendo algo que les gusta. 

En este punto a nosotros nos ayuda muchísimo no tener televisión, porque parece que todos los caminos del aburrimiento conducen al televisor. "Estoy aburrido, ¿puedo ver algo de tele?", la nana electrónica, la teta de vidrio destinada a "salvar" a niños y adultos de las garras del aburrimiento... ¡Patrañas! Esa sí que roba vida, es como una sanguijuela que nos va desangrando lentamente y se alimenta de nuestros sueños y poco a poco nos va dejando vacíos. Y ahora con tanta tecnología en todo lado, la cosa se pone más complicada...

Cada uno a defender su aburrimiento, que puede ser el inicio de algo maravilloso.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Y yo que decía.... y sobre el cole

Que las intenciones a veces se quedan en eso... No ha sido la idea pero el tiempo no da para tanto. Estamos en proceso de montaje de una obra de Fabián y ha habido muuuucho qué hacer y aun falta bastante. Hemos tenido demasiado trabajo que ha dejado poco tiempo para dormir (primerísimo que todo), para ordenar apartamento (que ayer lo ajusté un poco, al fín!) y para labores virtuales.

Por el montaje, buscando elementos para un personaje tomé Momo, de Michael Ende, esta mañana. Recordé con satisfacción y algo de asombro por qué he evitado la lectura los últimos 6 meses: debo confesarlo, soy adicta... a leer, y los libros no me sueltan hasta que ellos quieren. Me los zampé todo y encontré un par de párrafos que quiero compartir acá. Aunque Momo pasa por literatura infantil/juvenil, sus reflexiones son fuertes y descarnadas, dependiendo de la óptica con que se mire...

"Como consecuencia, en todos los barrios se construyeron los llamados "depósitos de niños". Se trataba de grandes edificios en los que había que entregar y recoger si era posible, a todos lo niños de los que nadie se podía ocupar. Se prohibió severamente que los niños jugaran por las calles, en los parques o en cualquier otro lugar. (...) Se acabó lo de inventarse ellos mismos sus juegos. Los vigilantes prescribían los juegos, que sólo eran aquellos con los que también aprendían alguna cosa útil. Mientras tanto olvidaron otra cosa, claro está: la capacidad de alegrarse, de entusiasmarse y de soñar.

Con el tiempo, los niños tuvieron la misma cara que los ahorradores de tiempo. Desencantados, aburridos y hostiles, hacían lo que se les exigía. Y si alguna vez los dejaban que se entretuvieran solos, ya no se les ocurría nada.

Lo único que todavía sabían hacer era meter ruido, pero ya no era un ruido alegre sino enfadado, iracundo"

Suena tan familiar.....