viernes, 31 de agosto de 2012

De la amistad


Amiga, amigo, son palabras que han tenido gran valor para mí y que solo con los años han llegado a ser parte viva y activa en mi vida.

De niña nunca tuve amigos. Tuve compañeros de clase y de juegos, pero no amigos. En el bachillerato fue igual, y como no me dejaban salir a jugar a la calle pues no tuve más opciones para conocer gente. Tal vez en el conservatorio hubo un par de personas pero fue un tiempo muy corto que no logró que la amistad se afianzara para perdurar. Estamos rodeados siempre de mucha gente, pero son en su mayoría compañeros.

Para mí amigo, amiga, es la persona que te roza el alma, que cuestiona, que cree en ti a veces más que tú, que acompaña, espera, que ama y que comparte. Que comparte, y esa es la mitad de la amistad. Que se enlaza contigo en mente y espíritu, y desde que eso ocurre, a pesar del tiempo y la distancia, siempre está.

Es hasta hoy que puedo decir que en mi vida, hay amigos; algunos míos y otros compartidos con Fabián. Y no son muchos, creo que podría enumerarlos fácilmente: un titiritero y un marionetista, un “ingeniero” y un costurero, uno que cree en la paz a todo dar y un neorural más loco de lo normal, una chica de 16 que conozco desde sus 4 años y un chocofutbolista, una colombiana neocanadiense y una partera costurera, una cantante atravesada y una pareja onegeista, un antropoloco nn, un puñado de bloggeras homeschooling y una docena de madres que educan en casa. Personas que cuando las veo (o las leo) se me llena el alma de alegría y mis brazos las envuelven con amor.

Es hasta hoy que puedo decir que tengo amigos y amigas, con las que puedes hablar de TODO, desde la receta de cocina hasta el sexo, del temperamento de los hijos y del presupuesto del mes hasta las concepciones de realidad, mujer, amor, felicidad, sociedad, espiritualidad . Y muuuucho más. Y no solo se habla, se hace: se cocina en conjunto, se intercambian saberes, se hacen paseos, se miran películas, se come hamburguesa, y se aprende, se hacen planes, se sueña, se ríe, se disfruta, y también se llora y se comparten angustias.

La televisión y espacios como el facebook han banalizado el término “amigo” y por ende la amistad. En las series los amigos se hacen tan fácilmente y pareciera que están allí tooodo el tiempo. Y es una cosa que he hablado mucho con Iryna, porque la tv nos ha inventado una amistad idílica, que existe pero que no es la más frecuente. Que no hay UN amigo o amiga para todo, que con unos uno hace unas cosas y con otros otras. Y que las amistades requieren tiempo, interés, intercambio, paciencia, estar y compartir para que puedan materializarse. Y le ha llevado un par de años entenderlo y practicarlo, no entristecerse por no tener esa imagen perfecta de la amistad y ver con ojos más atentos a algunas personas que están a su lado.

Hay amistades que rápido se ajustan como si se conocieran de tiempo atrás, y nos sorprendemos de lo fácil que encajamos. Hay otras que llevan un tiempo largo de construcción. Cada una a su ritmo, con sus dinámicas, pero al fin, amigos. Amigos que con el tiempo se convierten en una verdadera familia.

El amigo más importante en mi vida es Fabián, mi compañero de camino, nos hemos elegido mutuamente para andar, compartir y crecer. Es el mejor cómplice para este viaje y es una relación que no ha parado, que se desarrolla y madura cada día con cada sonrisa, logro, sueño, tropiezo y dificultad. También está Iryna, que ya con sus próximos 16 la relación se mueve entre ser madre cuando hay que serlo y en ser amiga en muchas otras cosas; confiamos la una en la otra, nos compartimos nuestras emociones, sueños y planes y nos ayudamos en lo que podemos.

Amigos, amigas. Agradezco profundamente a la vida por la posibilidad de compartir y aprender con ustedes. Mi vida es mucho más con ustedes. De todo corazón gracias, gracias.

martes, 28 de agosto de 2012

A....B.....

Mi tío le dice a Líam:

- A ver mijito, cómo es que es: A, B... y después qué sigue?

Líam:

- A... B.... JA!

miércoles, 22 de agosto de 2012

Imagen


Este año ha sido de muchos cambios, no dejan de sucederse, vienen en avalancha y no han cesado. Pasar de estar en la casa casi todo el tiempo a salir a estudiar y a dar clase implica no solo logísticas nuevas sino replanteamientos alrededor del qué y el cómo. (Aunque de momento parace que van a aplazar el semestre en la escuela de música, sniff...)

A penas comencé a salir con esta dinámica fue más evidente que la ropa que tenía no era la más aceptada, común ni se regía por los estándares. Un par de veces no me paró el bus por llevar pantalones de tiro largo, supongo que pensarían que vendía incienso o algo así XD.

La ropa es un reflejo de una parte de lo que somos, de lo que pensamos, de lo que creemos, de lo que hacemos, de los acuerdos y desacuerdos que tenemos con la sociedad. Comencé a usar de nuevo jeanes, pero no lo logro, aun no me veo lo normal que dice la sociedad; son infaltables mis botas de molas o los pantalones tejidos, las blusas indúes...

Cuando era niña tuve muy poca ropa. El dinero era para pagar servicios, comida, la hipoteca. Mi madre nos cosía, pero cada cosa que ella hacía era algo especial, así que no se recibían sino unas pocas prendas al año (cumpleaños, navidad y alguna excepción). En la adolescencia me las arreglaba para combinar las cosas y tomaba prestadas prendas de mi padre y unas pocas de mi madre. Hoy sigo teniendo poca ropa, debo tener la mitad de la que tiene Fabián y una 10a parte de lo que tiene mi madre... Vestirse es una necesidad adaptativa, pero también una invitación cultural.

Uno puede entrar a 5 almacenes de ropa sport y todos venden el mismo estilo de jeanes, camisetas, sacos, en los mismos colores; pocas prendas se salen del estandar, y cuando lo hacen, valen 2 o 3 o más veces que una prenda 'normal'. Y con una familia de seis.... te diré.
Yo sé que no se aplica a todo el mundo pero es como si vestirse igual y comer igual es = a pensar igual. Así lo he visto yo y por eso la ropa normalita me pica.

Esa es una de las razones por las que me decidí a coser, por economía y por hacer cosas para mis hijos y para mí que no encontraba en las tiendas o si las encontraba era caríiisimas. Me gustan los colores fuertes, y hasta donde he visto, a mis hijos también. El mono es el más relajado con la ropa, casi todo le gusta y Fabián es bastante tradicional en su forma de vestir (aunque para el grado se puso su sacoleva escoces rojo, jejeje), pero a los otros les gusta la ropa más colorida de lo habitual. A mí también y eso es a veces un problema.

Hace unos días estaba mirando en casa de mi madre el programa de no te lo pongas. La 'victima' era una chica de 22 años, la postularon porque se acababa de graduar y le exigían (jefes y familia) que cambiara su estilo juvenil. Cuando le botaron los pantalones de dril fucsias y verdes y los botines rosados brincamos con Iryna; esa ropa no estaba para nada mal... por lo visto lo mal que tenían era el color. Si, muy bonito el estilo final, se veía muy bien, pero es el estandar de una persona "bien vestida" (formal, tacones, chaqueta de paño, blusas) y en general las prendas que se eligen en el programa son de tonos neutros y una que otra en colores más 'atrevidos'.

Esa estandarización me genera incomodidad. Creo que el vestirse "bien" es también algo muy subjetivo pero estamos TAN acosados con esa homogenización que no creemos que existan otras opciones, y cuando alguien sale con algo diferente es señalado.


Fabián dice que nosotros (especialmente Iryna, Anuk, Líam (un poco menos) y yo) no nos vestimos sino que nos disfrazamos. Pues creo que sí, yo tengo alma de clown: me encantas las medias de colorines y a rayas, los pantalones estampados, los zapatos de colores y que la ropa tenga algo vistoso y diferente. Hay muchas cosas que nunca me he atrevido a ponerme básicamente por dos razones: por un lado creo que para usar algunas cosas ya estoy entrada en años -que son cosas que le quedarían bien a alguna de mis hijas- y por otro lado, el juzgamiento de la gente; cierto que la forma en que todos nos vestimos impacta de alguna manera a las personas con las que entramos en contacto pero también creo que todos deberíamos dejar de juzgar tanto por la imagen externa y nos demos la oportunidad de hablar con esa persona para formarnos una idea inicial más acorde.

Mi madre criticaba mucho lo que me ponía; esa es una prueba superada, ya no me afecta, pero creo que sí dejó sus cosillas y arriesgarme a ponerme a algo tan payasiado (así me encante) pues en ocasiones me cuesta. A veces creo que por vestirme de una u otra manera no me van a tomar en serio, pero también me gustaría que la gente viera que quienes usamos ropa diferente somos gente que también se toma la vida en serio, solo que le ponemos otros colores y otras combinaciones. Que no se pongan etiquetas para luego ser tratados desde ellas sin conocimiento.

Lo mismo me pasa con los piercings y los tatuajes. Me encantan los tatuajes y posiblemente llegue el día en que me haga uno, solo que dibujar en mi cuerpo algo que va a quedar para siempre es una cosa que hay que pensárselo bien y de lo que no me quiero arrepentir. Con los piercings es un poco diferente, porque en cualquier momento lo puedes quitar y queda una pequeña huella en forma de hueco (a no ser que sea una expansión). Desde hace 15 años tengo 5 y 6 huecos en las orejas... no tengo en otras partes por respeto a mis embarazos, pero ahora que no hay bebés el gusanillo de perforarme me ronda. Y he tenido unas largas disertaciones sobre el tema. Quisiera hacerme dos en la nariz, siempre siempre me gustó. Y tengo, conmigo misma, varios puntos en discusión. Yo sé que si no me gusta me lo saco y ya, a eso no le veo problema, pero el juzgamiento social frente al tema es fuerte; la mayoría de personas perforadas son vistas como hippies, mariguaneros, desubicados... En general, no se le da una connotación positiva... Mi familia es tradicional así que estaría en medio de todas las conversaciones y no de forma positiva, los vecinos, las otras madres y familias HS... Daría mucho para hablar ( o a sí lo creo yo?), y eso me genera una dualidad: por un lado no quiero ser el hazmereir ni estar en boca de todo el mundo (sobre todo con mi familia (primos, tios)) y de personas que no se han dado la posibilidad de conocerme pero que si se darían la posibilidad para rajar de mí; por otro lado me parece una especie de reto, porque por tener un arete y una argolla en la nariz no soy otra persona, sigo siendo la misma, no ha cambiado mi forma de pensar, ni de hacer, ni en lo que creo, ni quien soy.

Para quienes hayan llegado a este punto de la lectura, jejeje, gracias por leerme estas parrafadas que debía titular algo así como: Reflexiones de una madre con adolescencia tardía. Tiene sus ventajas, estamos en el punto en el que Iryna (no por influencia mía) está pensando también en perforarse la nariz, así que posiblemente terminemos haciéndolo juntas, y obviamente no recibirá ninguna recriminación desde casa :)

sábado, 11 de agosto de 2012

Natal

Hoy hace 4 años nació Líam. Igual que con su hermana, su nacimiento fue planeado para que sucediera en casa con el mismo médico y la misma partera. Siento que lo disfruté mucho más que con Anuk ya que con ella fue la primera vez que parí, porque para mí, los partos hospitalarios, inducidos, acostados, no son partos, no son reales en el sentido en el que una no sabe realmente que pasa, no puedes escuchar tu cuerpo con claridad por la interferencia de los químicos, del ruido, de la presión médica, de los comentarios fuera de tono de las enfermeras, de esa situación de desprotección e impotencia que tiene una todo el tiempo en una habitación de partos de un hospital. El parto no intervenido nos hace tan poderosas como mujeres y como especie que tal vez, precisamente por eso, nos lo han robado por muchos años.

Pero dejemos eso de lado.

Lo que quiero decir, es que tengo muy presente el nacimiento de Líam. Fui conciente de cada momento, de cada sensación, del acompañamiento de mi partera, de la intensidad en mí, en todos. Llegando a un punto del trabajo de parto sentía ya mucha presión, demasiada para lo que había sentido con Anuk. En ese momento me invitan a la tina y el agua caliente funciona como un potente analgésico, la intensidad se va y me puedo relajar. Llega el momento del pujo. 1, 2, 3, 4? 4 pujos? y no sale y en cada pujo la partera dice ¡para! y el médico ¡no pares, sigue! Claro, él había visto algo que hasta ese momento ninguno más había visto: ¡Una mano! grita mi partera. Una mano? digo yo ahora, ¡un brazo! Caramba! Que tuve que pujar hasta que salió el codo o algo así! Fue duríiisimo sacar ese chino! Jajaja! En serio que fue duro. Tenerlo entre mis brazos fue maravilloso, era divino. No lloró. Se lo tomó con calma, suaaaave. comenzó a abrir sus ojos de poquito en poquito, aun con el cordón latiendo comenzó a respirar con calma. JA! Para ver al terremoto que es hoy en día! Jejejeje. Mi cachorro grandote, hoy cumple años.

Saben que le dio angustia cuando le dije hace unos días que iba a cumplir años? Se puso a llorar desconsoladamente diciendo que él quería seguir siendo chiquito... (hombres! ;) yo le dije que tranquilo, que siempre iba a ser el más joven de la casa y que por cumplir años su vida no iba a cabiar mucho, que seguía todo igual, que crece todos los días. Se calmó y se alegró.

Ellos crecen y nosotros con ellos (para no decir que envejecemos, jejeje)