lunes, 12 de mayo de 2014

El valor del aburrimiento

Todo el sistema comercial, educativo y publicitario nos seduce para que vivamos la vida al %100, desbordando vitalidad, derrochando energía, estando siempre activos. Nos presentan un sin fin de planes "divertidos" y entre más cosas hagamos parecería que la vida es más intensa, más vida.

Pero veo mi mundito y siento que debe haber cierto equilibrio entre la actividad y la pasividad, hacer mucho y hacer nada, y que se olvida el valor del aburrimiento.

Porque es allí, en ese momento que limita con el sueño, la ansiedad y el mal genio en el cual surgen, a veces, ideas útiles, creadoras o brillantes. 

A los padres de esta modernidad nos han convencido de que debemos hacer de la infancia de nuestros hijos algo único y maravilloso, una de las razones por las cuales muchos padres entran en pánico cuando escuchan la voz de su hijo diciendo "estoy aburrido". La respuesta de esta casa es "el aburrimiento es una decisión personal"... Y pues sí, que anden y miren a ver qué se inventan (que ojalá no sea molestar a sus hermanos), que tienen la casa llena de materiales para hacer, construir, leer, que pueden jugar, saltar lazo, que cocinen algo, en fin, que las posibilidades son las que ellos deseen que sean. Al momento están haciendo algo que les gusta. 

En este punto a nosotros nos ayuda muchísimo no tener televisión, porque parece que todos los caminos del aburrimiento conducen al televisor. "Estoy aburrido, ¿puedo ver algo de tele?", la nana electrónica, la teta de vidrio destinada a "salvar" a niños y adultos de las garras del aburrimiento... ¡Patrañas! Esa sí que roba vida, es como una sanguijuela que nos va desangrando lentamente y se alimenta de nuestros sueños y poco a poco nos va dejando vacíos. Y ahora con tanta tecnología en todo lado, la cosa se pone más complicada...

Cada uno a defender su aburrimiento, que puede ser el inicio de algo maravilloso.

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