martes, 18 de junio de 2013

Sabiduría

"Más sabe el diablo por viejo que por diablo" dice el dicho. Pero en la vida nos vamos encontrando con personajes que desmienten esta idea; hay chicos profundos y muy sabios y hay ancianos torpes e ignorantes. No estoy hablando del conocimiento de datos, cifras o  fórmulas, sino del conocimiento de la vida, de la naturaleza humana, de sí mismos, de las emociones.  

Creo que vinimos a este mundo a ser felices y a aprender. Y este aprendizaje es con frecuencia lento y largo, y varía completamente de una persona a otra. Todos tenemos una receta particular de fortalezas y debilidades: paciencia, respeto, ternura, amor, terquedad, obsesión, ansiedad, ira, miedo...   Aquello que más nos cuesta trabajo aprender es con frecuencia lo que más necesitamos aprender. La vida es un poco irónica y nosotros somos tercos y ciegos.

Cada cual recorre su propio camino y solo avanzando en él aprende y descubre. Algunos se quedan paralizados, sus propios miedos y prevenciones los detienen (nadie más), y se ponen a pelear con la vida porque nada sale como quisieran y comienzan a pensar que es por los demás, por todas las personas que están y que han estado en su vida, que las cosas no 'les salen'. Culpan a los demás de todo, y no son capaces de ver que todo lo que tienen o no en ese momento es la cosecha de lo que ellos mismos han sembrado. Piensan que nada puede cambiar y no se dan cuenta que cuando ellos cambian, también cambian todo lo que los rodea, que su capacidad de afectar positiva o negativamente su entorno es grandísima y afecta a muchas más personas de las que suponen. Hay personas que no son conscientes de ello y gastan su tiempo y energía culpando a los demás, ofendiendo, sufriendo. El mundo actual busca todo el tiempo soluciones en el afuera, cuando la mayoría están adentro, dentro de nosotros mismos. 

Creo que los primeros pasos hacia la sabiduría son confrontarse con uno mismo - conocerse, aceptarse, derrotar los miedos, amarse - y aprender que todo lo que hacemos, somos y tenemos nosotros mismos lo hemos elegido, es decir, hacernos responsables de nuestros propios actos y decisiones. Lo tercero es buscar mejorar, corregir, superarnos a nosotros mismos. 

Sé que sucede todos los días, que he construido a mi alrededor un mundo que es una excepción a la norma, pero aun así no deja de sorprenderme.

Me sorprende que la gente no escuche a otras personas, porque son niños o jóvenes, o más jóvenes que ellos, o que se crea que la gente sabe en proporción con el número de cartones y títulos que cuelgan de la pared, o que no se pida perdón a otra persona porque es un niño o de menor edad, o por ser un empleado o de "menor rango", o que se le pongan etiquetas a la gente sin pensar dos veces en lo que están diciendo, o en que se ofenda a otro por el placer de hacerlo, o que las inconformidades, dolores y rabias no se hablen de frente con los otros, no se puedan discutir y tal vez llegar a un acuerdo; me sorprende que se crea que simplemente porque alguien es mayor en edad merece respeto, inicialmente todos como seres humanos merecemos respeto (el fundamental) pero de ahí en adelante el respeto se gana o se pierde en la medida en que cada cual actúe; exigir respeto porque sí es absurdo; me sorprende que la gente aun crea en ese cuento del "respeto a los mayores" y que los niños y jóvenes tienen que callar mientras un "adulto" esté hablando con otro. Pff! Quieren respeto? Gánenselo!!

Confrontamos a nuestros hijos constantemente a que se miren a sí mismos, a que busquen en ellos y se entiendan y se decidan, para que aprendan a leer el mundo, a los otros, para que sean empáticos, solidarios. Y todo esto con la intención de que sean más felices, de que sufran mucho menos de lo que nosotros pasamos, para que aprendan de nuestra experiencia y la de los otros. Nadie podrá evitar que pasen por situaciones dolorosas, pero si entienden que se hallan en esa situación por sus propias decisiones, que pueden hacer consciente cuál es el aprendizaje que necesitan aprender con eso que están viviendo, y que tienen la fortaleza para seguir andando; si eso lo comienzan a aprender con nosotros creo que es un paso inmenso en la vida. 

Creo que a pesar de ser pequeños han comenzado a entender esto y poco a poco a practicarlo. Son niños y adolescentes, sí, y cometen errores todos los días, (nosotros también y de seguro muchos más), pero están aprendiendo, cada equivocación es una opción de aprendizaje. Cada quien la toma o la niega. 

3 comentarios:

Ivett dijo...

Ufff,

Excelente reflexión. Estoy contigo en que hay que amarse incondicionalmente y tomar las riendas de nuestras vidas aprendiendo de cada experiencia. Yo también hago un esfuerzo por que mis hijos vayan aprendiendo a aprender de sus errores.

Saludos.

Zinnia Muñoz dijo...

Gracias Ivett. Un abrazo

Olga Lucia Torres G. dijo...

un articulo con inspiracion profunda