miércoles, 17 de marzo de 2010

Por qué desescolarizar

Cuando Anuk cumplió 2 años, le dije a Fabián: y a qué jardín la llevamos? A lo que él me respondió que no había afán, que a él su mamá le enseñó a leer y sólo entró cuándo tenía 5 años a primero de primaria. Así que me tranquilicé, porque mi pregunta la había formulado con mucha preocupación ya que con los dos mayores pasamos por toda clase de colegios: el tradicional, los alternativos, proyectos fuera del sistema, el personalizado... Pero ninguno llenó nuestras espectativas básicas: que tuvieran buenos docentes (felices con lo que hacen), que la planta física diera opciones para correr y jugar, que los grupos no fueran grandes, que quedaran más o menos cerca a casa y no pasaran 2 horas diarias metidos en una ruta escolar, que dieran la opción de que los papás aportaran a la formación del cole trabajando mancomunadamente con ellos, que no pasaran todo el día sentados en un pupitre, que tuvieran opción de crear y compartir.

Poco a poco se armó con más fuerza en nuestras cabezas la idea de que el colegio no es los más apropiado para los chicos, al contrario, es con mucha frecuencia, uno de los peores espacios de crecimiento, formación y socialización.

El sistema educativo actual está basado en un sistema penitenciario -Michel Foucault -. Los chichos deben sufrir una "condena" de 11, 12 o más años, (dependiendo de la edad a la cual hayan iniciado su escolarización) para obtener un cartón que les permita estudiar en la universidad, supuestamente lo que quieren (pero esa es otra discución que dejaremos para más adelante).

Basados en experiencias como docentes y padres, llegamos a la conclusión que los colegios están hechos para tener "enjaulados" a los chicos: cumpliendo un horario fijo, siguiendo unas normas impuestas y aprendiendo algo que no saben cómo utilizar en la práctica. Este régimen se promociona románticamente para que sus papás queden "libres" y así los "expriman" en el trabajo y quedan con poco tiempo para compartir y conocer quiénes son realmente sus hijos.

Los colegios no trabajan en conjunto con los padres, al colegio lo que más le interesa es que el papá pague, que "envíe" al niño, limpio, no agresivo y con la tarea hecha. Por otro lado, los profesores de ahora ya no escogen este trabajo por convicción sino por conveniencia, también están sometidos a un horario absurdamente monótono, se la pasan llenando formatos y evaluando pruebas pre-hechas que les quita tiempo para realmente enseñar algo útil.

Los niños pierden tanto tiempo en el colegio y aprenden tan poco... Los sientan y los "aquietan" en edades en las que todo es movimiento.

"y si no van a ir al colegio, ¿cómo van a socializar? Pues a los que salen con este argumento les decimos que en el colegio mucha de la socialización es negativa, es decir, que no contribuye positivamente en su formación. El colegio es donde los chicos aprenden a ser egoístas, humillados y humilladores, mal hablados, superficiales, competitivos (pasando por encima del que sea), a ser falsos creando una identidad irreal para no ser rechazados y poder transitar por el colegio. Y así cuando salen a la universidad o a ese añorado "mundo profesional" hacen todo eso que aprendieron en el cole para que reproduzcan el sistema, un sistema que es irrespetuoso con la vida, que es inviable.

Para socializar tienen a sus hermanos, los amigos y todos los espacios que la cotidianidad nos ofrece para interactuar con otras personas.

Siempre habrá cosas positivas, siempre habrá excepciones; no todos los colegios son así, no todos los chicos son así, para algunos el tiempo que pasaron allí fue una maravilla, pero vemos con más frecuencia que los chicos y los profesores se sienten más y más aburridos con el colegio.

Lo más importante es que en el colegio no les enseñan a pensar ni a ser creativos (es tarea del colegio hacerlo?). Al sistema no le interesa. Sólo quieren que la gente haga caso, que no critique, no dude, que no tenga herramientas para proponer opciones. Es la matix de la uniformidad, todos iguales, comprando lo mismo, comiendo lo mismo, con las mismas ideas en la cabeza, viviendo mundos que no son suyos, pensando ideas prestadas.

A nuestros hijos, queremos al menos darles la posibilidad de que vean otras cosas, vivan otras experiencias, se descubran sabios y aprendices, que exploren, que creen su propia forma de vida, que sean felices en el día a día. No estamos seguros del resultado que se obtendrá, pero sí estamos seguros sobre lo que no queremos que sean cuando estén grandes: seres grises, que acatan reglas como autómatas y que se dejan explotar sin opción alguna.

Queremos seres que tengan criterio propio para buscar su felicidad, que tengan recuerdos reales de familia, con sus hermanos, su mascota, sus padres, que tengan herramientas para enfrentar y superar sus problemas siendo consientes que el ser humano necesita de ellos para aprender a crecer.

No hay nada perfecto. Cometeremos seguramente muchos errores en el camino, un camino que recorreremos junto con ellos. 

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