miércoles, 21 de abril de 2010

Cómo hablamos, cómo etiquetamos,


He tenido la posibilidad de observar a jóvenes de diferentes edades en espacios diferentes al colegio, elegidos por ellos lo cual me induce a pensar que  al ser escogidos en libertad serían “espacios de prácticas felices”, donde ellos se sienten satisfechos consigo mismos, aprendiendo y compartiendo. La sorpresa está en el desprecio, la humillación en la degradación verbal, gestual y actitudinal con la que se tratan constantemente. Sus palabras están cargadas de odio, irrespeto e indiferencia pero en su cabeza esto es “normal” y hasta me atrevería a decir que las groserías se transforman en piropos y mimos. Qué pasa con una sociedad que se ofende permanentemente y su trata como algo inutil, desechable? Y es que no pasa sólo con los chicos, lo vemos en las oficinas y demás espacios, entre gente adulta.


Que cada vez seamos más las personas que somos consientes del poder de la palabra (miren a Masaru Emoto) y es chocante ver cómo estos jóvenes intentan hundir su vida o sobresalir parándose encima de otro por un “instinto contemporáneo” nacido en la permanente competencia con que los programan todos los días a través de los medios masivos de comunicación… y sin otras herramientas y con los ojos cerrados no tienen más opción que tragar entero, porque se creyeron el cuento. Aunque creo que no es tarde, que si se les muestra otras formas, otras opciones, pueden entender e iniciar cambios.

4 comentarios:

Carmen Ibarlucea dijo...

Zinni, una de las cosas que llama más la atención en mis sesiones de cuentos, es que me dirijo a los niños, niñas y adolescentes hablándoles de usted y diciéndoles (porque no se sus nombres) "tesoro", "amor mío" y cosas similares... y me preguntan"¿como puedes querernos si no nos conoces?"... y yo respondo con otra pregunta "¿les desagrada que los quiera?"... y la respuesta es siempre la misma "Nos gusta, pero es raro".
Acá en España tutear es lo frecuente y se entiende que le "usted" es una barrera... pero he comprobado, que en el caso de los más pequeños, les gusta que los llamen de usted, se sienten respetados.

Gracias por la reflexión. Cariños inmensos,

Zinnia Muñoz dijo...

Muy bonita tu experiencia. Los chicos perciben qué piensa uno de ellos por la forma en que les hablas. Si con desconocidos puedes hacer el ejercicio de hablar con amor, uno piensa que con los cercanos debería ser más sencillo, pero hay momentos en los que definitivamente es todo lo contrario... Acabo de tener una escena con mi madre y mi hermana que ay! y con el mono que... a veces uno ni se reconoce.

Pensar antes de hablar. Amar antes de hablar. Hablar con amor.

Pero a veces cuesta TANTO!

Silvia dijo...

Ni que lo digas, Zinnia.
Y creo que era John Gatto que decía algo muy interesante sobre por qué los adolescentes y jóvenes usan tantos insultos, como para dar 'fuerza o énfasis' a lo que dicen.
El les propuso un ejercicio de buscar palabras para decir lo mismo sin insultos, un reto del lenguaje, no recuerdo bien pero era algo como uno exponía algo, el que criticaba tenía la palabra, sin insultos, y luego el criticado tenía otro turno, algo así en lo que no se les dejaba soltar un insulto y darse la vuelta con los amigos a reir, sino que tenía que ser un intercambio de opiniones cara a cara y con respeto, y al final los estudiantes terminaron asombrados de sus propias capacidades de expresión y comunicación.

Zinnia Muñoz dijo...

Muy bueno el ejercicio Silvia.

Los chicos terminan usando unas 200 palabras en la cotidianidad (según algunos estudios), pero en un ejercicio como el que cuentas tienen que sacar todo el repertorio y escarbar en sus cabezas para poder expresarse. Tengo un amigo que está haciéndo la práctica en un colegio en en área de lenguaje, voy a pasarle el dato. Gracias