Carnaval Homeschool XIX - ...y cómo curamos

De niña me curaron con medicina alopática aunque no faltaron las agüitas y los remedios caseros. Ya estando en la U tuve una médica que me atendía con esencias florales, reiki, acupuntura, digitopuntura y un poco de experimentos muy locos pero sorprendentemente eficaces para algunos males. Pero, a pesar de sus curas locas, siempre hablaba mucho con uno y  preguntaba cosas personales, de las relaciones con la familia, de los temores y angustias.

En el año 2002 hice un curso de reiki universal y fue descubrir un nuevo mundo, básicamente por dos cosas. En el proceso de iniciación una cosa que hace el guía es abrir nuestros canales energéticos. Luego de esto comencé a sentir físicamente mis emociones y de los demás, especialmente cuando estaba enfadada o los sentimientos de impotencia, ira y dolor de los demas. Una cosa interesantísima de esto es que a mi esposo también se le abrieron sus canales energéticos, a pesar que él nunca fue iniciado directamente, pero creemos que el vínculo que nos une como pareja es tal que permitió que esto sucediera. Al principio no era sencillo de manejar, sobre todo cuando se concentraba un dolor en el pecho, que no se iba, pero con el tiempo hemos aprendido.

Lo otro que nos aportó el curso de reiki fue un libro que se llama "Obedece a tu cuerpo, ámate" de Lise Bourbeau, superrrrecomendado. En casa le llamamos el libro mágico. Es como un diccionario de enfermedades y evalúa cada dolencia desde el punto de vista físico, emocional, mental y -a veces- espiritual.

Me explico.  Todas las enfermedades tienen una causa mental y/o emocional la cual se manifiesta en el cuerpo de manera física y somos nosotros mismos los que las provocamos, por lo tanto también podemos curarlas. Pero para curarnos de verdad debemos ir al fondo del problema y eso nos remite a las emociones y sentimientos que tenemos. Tres ejemplos sencillos:

Una gripa (resfrío) indica que la persona llegó a su límite emocional, es un "ya no puedo más". ¿Qué sucede, qué persona o situación te llevan a tu límite emocional? Si esto no se soluciona de fondo, la gripa volverá una y otra vez cada tanto, hasta que se solucione (se cambie de trabajo, se separe del novio, se cambie de jefe, se salga de ese colegio (con Iryna nos pasó, detestaba el colegio en el que estaba, así que dos días con fiebre de 40° fueron suficientes para sacarla de ese colegio y santo remedio))

La tos es algo con lo que nos atragantamos de nosotros mismos, "yo como soy de ..." "es que no puedo porque soy muy..."

El estornudo es un rechazo a algo externo "llegó fulanita que me cae remal... achú!" "no vas a llegar para cenar... achú!"

Así que esa es una de las herramientas que usamos para curarnos, tomar conciencia de nuestros pensamientos, actitudes y emociones frente a las personas y las situaciones que nos rodean, y tratar de asumir una posición positiva y de aceptación frente a eso que no nos gusta.

Otra via de cura es la aromaterapia. La conocimos hace casi 5 años y se ha convertido en cura de primera línea en casa. Los aceites esenciales son una suma de la sabiduría popular, de los conocimientos de las abuelas y la ciencia moderna.  Son aceites 100% puros de flores y plantas, es decir, es el agüita de manzanilla super concentrada. Son fáciles de usar, seguros, se aplican directamente en la piel (algunos diluidos en aceites neutros), no se ingieren y sus efectos son maravillosos. Para el dolor de panza y de oído, aceite de manzanilla; para el estreñimiento, aceite de naranja; para aumentar la leche, aceite de jazmín; para relajarse y dormir bien, aceite de lavanda; para el dolor muscular, aceite de enebro, para desinfectar una herida, aceite de tea tree (o de ti); para los resfríos, aceite de eucalipto y de menta; para soltar la tos, tomillo.... En fin, la lista larga y las combinaciones ilimitadas. Los aceites esenciales son geniales y además, ayudan a tratar también problemas emocionales como ansiedad y depresión. Su aprendizaje es inmenso y cuando muchas cosas fallan pueden ser una buena opción.

También creemos y usamos las agüitas de las abuelas, el anís para la indigestión, la canela para la diarrea,  el clavo y el tabaco para el dolor de muela, la caléndula para desinflamar, las gárgaras de agua tibia con sal marina (y un par de gotas de tea tree) para el dolor de garganta, los calditos para subir las defensas, las frutas con todas sus bondades, la papaya para la digestión de las carnes, guayaba, manzana y plátano para la diarrea, pitaya, ciruela y granadilla para el estreñimiento. Cuando sentimos que está empezando una gripa lo podemos tratar con ajo: se puede comer un diente de ajo (bien masticado y preferiblemente de noche para no oler todo el día) o se machacan dos dientes de ajo y se ponen envueltos en una gasa en la planta de los pies. También aplicamos algo de digitopuntura para el dolor de cabeza, por ejemplo, y reiki o imposición de manos.

Y cuando ya no pudimos alcanzar la salud usando todos los anteriores tenemos un vecino amigo que es médico de formación alopática, pero que trabaja la homeopatía, la acupuntura y las esencias florales, y como ser humano es excelente.

Eso sí toda cura se acompaña con muchos apapuches y durmiendo en cama de los papás (los peques), porque no hay nada como el amor para sanar las dolencias del cuerpo y del alma.

Sacar de nuestra dieta la comida empaquetada y comer menos productos cargados de agroquímicos creemos nos ayuda a tener un poco más de resistencia frente a los virus. Los niños de nuestros vecinos se mantienen enfermos y saltan de gripa en gripa.

También creo que las cosas se impregnan de la energía con que las hacemos. Si hacemos la comida con amor y alegría, eso mismo comemos. Si al hacer el almuerzo se está de mal genio, angustiado o con miedo, también eso se come y no sería raro que duela la panza. Por eso cuando estoy de malas no me gusta cocinar.

Bueno, esta fue la segunda parte de mi aporte al carnaval.

¡Todavía hay tiempo! Espero sus aportes