Desde muchísimo tiempo atrás los hijos han aprendido la profesión o el oficio de sus padres. Era algo natural, los chicos desde que nacen conviven con los sonidos, olores e imágenes del trabajo que realizaban sus padres.
La escuela en su proceso modernizador separa a los hijos de los padres, los unos van a las fábricas, los otros a la escuela, dejan de compartir un largo tiempo del día muchas experiencias conpartidas. La escuela normaliza, es decir, todos deben aprender lo mismo a la misma edad sin importar quienes son, su origen, su familia, sus intereses. Y cuál es el resultado? Para mí es evidente en la situación actual en que muchos chichos llegan a los 18 años sin saber hacer nada, nada que les dé herramientas para crearse una vida propia porque eso ha sido arrebatado. Los chicos con frecuencia desconocen el lugar de trabajo de sus padres y lo qué hacen. Y esa es una postura que rompe la continuidad de la vida y la reemplaza por una prótesis artificial que no siempre funciona bien.
El aprender lo que saben los padres es una posibilidad para forjarse un mejor futuro, para tener unas mínimas herramientas con las cuales desenvolverse en la vida y no tener que esperar 10 años más de escolarización para comenzar a trabajar.
Quiero decir que si papá y mamá son veterinarios, lo normal sería que sus hijos aprendan a cuidar animales y sanarlos en algunos casos (este cuadro que pinto es real, la hija de un amigo desde los 10 años receta a perros cuando sus padres no están y goza de credibilidad dentro de su clientela).
Que si los papás trabajan en un teatro, como nosotros, los hijos sepan evaluar con criterio la calidad de una obra, que se desenvuelvan con propiedad en un escenario, que sepan manejar público, que aprendan a conectar sonido, micrófono, luces, etc, todo a su tiempo, acorde a su edad y con las correspondientes instrucciones.
Creo que haciendo esto con los chicos los estamos ayudando a formar en el hacer, porque aunque queremos que sean buenos seres humanos, también queremos que sepan hacer, y como está el mundo en el que vivimos, entre más cosas sepa hacer uno, más opciones tiene de trabajar, de sobrevivir, de ser feliz. Al menos a nosotros nos ha funcionado. Que si los padres o la familia tienen un negocio (tienda, costura, zapatería, agricultura) los chicos tengan la posibilidad de aprender eso como parte de su formación, de su posibilidad de vida. No como una camisa de fuerza como ocurre a veces en algunas familias (abuelo abogado, hijo abogado, nieto abogado) que obligan a los hijos a estudiar ciertas profesiones por tradición. En Japón era así, y un amigo de mi padre salió de ese país porque no quería ser docente universitario de física igual que su padre, allá era como una ley. Sabemos que los extremos son insano, por ejemplo, ser hijo de una mujer que trabaja en maquila, o hijo de un ladrón, pues no son oficios que permitan a los niños muchas opciones positivas de desarrollo hacedor.
Yo lo veo es como una opción de base, como aprender la lengua de los padres, como comer ciertos alimentos, no es cerrar las puertas a algo nuevo, a su propia exploración, a la creatividad y novedad. Es partir del respeto hacia los padres, ver cuánto esfuerzo realizan a diario para conseguir lo necesario para sus hijos, es respetar al padre por lo que es y por lo que hace, valorarlo en una dimensión de admiración. Y de los padres a sus hijos es dar con amor, respeto y paciencia una forma de vivir. Si uno como padre ama lo que hace creo que es una buena opción optar por este camino.
2 comentarios:
En mi caso me interesa que exploren sus posibilidades. No me interesa que hagan lo mismo que yo, pero sí, que desarrollen sus capacidades. Por ejemplo, yo soy muy buena lectora, conmigo han ido conociendo ese mundo. Mi marido es super hábil en todo lo manual: cocina, jardineria, carpinteria, etc. Los niños trabajan con él y desarrollan esas capacidades. Además, en ocasiones los llevamos a nuestros lugares de trabajo y le contamos qué hacemos. La idea es compartir la vida, crear lazos y dejarlos que elijan
Hola Andrea, me gusta mucho lo que cuentas. La lectura y esos ratos con ustedes son experiencias y habilidades que recordarán.
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