Leyendo hoy la entrada de Vero viene a mi mente una serie de conversaciones que hemos tenido con Fabián alrededor de lo que es el nacimiento.
Los que nos han leído saben que nuestro hijos mayores nacieron en clínica, la mayor por parto vaginal hospitalario y el segundo con cesárea; y los pequeños nacieron en agua, en la casa, en familia, con médico y partera a bordo. Esta situación nos llevó a varias reflexiones.
El nacimiento, aunque siempre ha estado condicionado por cada cultura con rituales e ideales, en la medicina occidental se ha "privatizado" el parto hasta tal punto que llevamos varias generaciones que jamás han visto un nacimiento. Esto ha llevado como resultado a una completa desinformación y falta de cultura; jóvenes y adultos no saben en qué consiste el hecho de parir, qué ocurre con el cuerpo de la mujer, qué se puede se debe o no hacer con una mujer en trabajo de parto. La televisión ha vendido la ridícula idea de que todos los partos son un AY! seguidos de PUJE, y para fuera el chino, que a la primera contracción la mujer se parte del dolor y que hay que salir corriendo al hospital o sino se corre el riesgo de que "se salga" en un lugar poco apropiado.
Todo comienza con la pregunta con la primera cita al médico (que en Colombia puede ser médico general, no necesariamente un especialista) donde la mujer es sometida a un interrogatorio largo, tedioso, incómodo (cuándo se desarrolló, a qué edad fue su primera relación, con cuantos ha tenido relaciones...), datos que desde el punto de vista médico pocas veces aportan algo útil, hasta que llegamos a la pregunta ¿Cuándo fue su última regla? Cuentan los días y dan una fecha "posible" de parto. Ya llegando a esa fecha marcada con rojo en el calendario los médicos se ponen ansiosos, más que las mamás porque dicen que después de la semana 40 pueden haber muchas complicaciones y que para evitar riesgos mejor se induce el parto, negando al niño y a la mamá la posibilidad de tener un parto a su medida.
Cada parto es diferente y muchos ignoran que es el niño el que inicia el trabajo de parto. Es el bebé quien dice "Mami! Ya estoy listo!" y desencadena toda la actividad química en el cuerpo de la mujer. Pero con esa manera tan escandalosa de inducir los partos los bebés nacen antes de tiempo (así sean solo una o dos semanas), pero el hombre en su infinita arrogancia cree poder controlar un acontecimiento tan natural y maravilloso como el nacimiento, y somete a madre e hijo a atropellos, indiscreciones que llegan a niveles de tortura. Uno de los espacios en que se trata con indignante irrespeto es en esa sala de trabajo de partos donde las mujeres son infaltilizadas y reducidas a seres inconcientes, ignorantes y tontas, conectadas a cables, sin poder casi moverse y escuchando comentarios imprudentes de médicos y enfermeras. El bebé nace y lo bañan, vacunan, sondean, visten, cuando lo único que quiere es mamá y teta, y es lo único que en ese momento necesita. Un parto invisible, escondido, revelado en una cifra para corroborar la tasa de natalidad.
Yo he parido en la comodidad de mi casa pero nunca he visto nacer a alguien, propiamente dicho. Mis hijos y mi esposo han tenido ese lujo de experiencia, y al ser vivido en colectivo es algo que se recuerda con amor y jamás se olvida. El sólo pensar en esos momentos se me llena el corazón de alegría.
Colombia es un país de violencias y tal vez aquí hay más gente que ha visto morir a una persona que los que han visto nacer a un bebé. Y es sólo una idea, pero si las cifras se invirtieran tal vez las cosas serían un poco diferentes.
6 comentarios:
En Chile las tasas de cesáreas son muy, muy altas. Tanto que la OMS se ha pronunciado al respecto, en parte, tiene que ver con la comodidad de los médicos que pueden así programar partos rápidos.
Si, que cierto, quizá las cifras cambiaran. Tu eres muy visionaria, fijate que Illich en el libro que estoy leyendo cuenta esto de los partos y muertes, que son fenomeno de hospital, no de los hogares como antaño, que es parte de la nueva sociedad que moderniza y deja fuera del tren a los que no pueden acceder al 'parto o muerte' de los que tienen recursos, que es en instituciones, o si pueden son en lugares de segunda categoría, lo cual no es sufrir por la falta de poder económico, sino que es un despojarte de la dignidad, y como tu dices, de lo que conlleva (la humanizacion, sentimientos, emotividad) de lo que ocurre en el ambito privado.
Pues Andrea, en Colombia las cesareas son también pan de cada día, la verdad es que a un médico le pagan muchísimo más por una cesárea que por un parto vaginal.
Ay sí, Silvia. Con lo de la muerte es un cuento, porque también está privatizada. En una ciudad grande una persona no puede ser velada en su casa, de pronto en uno que otro espacio público pero de resto tiene que ser necesariamente en una de esas funerarias que son lugares horribles. A los niños siempre los tratan de dejar afuera y por lo tanto el único contacto que tienen con la muerte son las lágrimas de los adultos, la tele y los noticieros.
Hace poco se murió un profe de mi esposo, un titiritero maravilloso, se cayó por las escaleras; lo estaban velando en la universidad en la que dictaba clase y la portera casi no nos deja seguir porque íbamos con los niños y estaba aterrada. Pero si es que a penas unos días habíamos estado hablando con él y estaba encantado hablando con Anuk, era una persona hermosa, qué había que temer? Y como la velación fue en una escuela de artes, le bailaron, hubo comparsas, música, títeres, toda una rumba, como debe ser una buena despedida.
Besos a las dos.
Se puede decir más alto pero no más claro! Bravo por esta entrada.
Gracias Vero, bienvenida!
Es curioso cuando te informas un poco del tema, cuando ves porque se pare en hospitales y te das cuenta como hasta en esas cosas el dinero, el manipularnos es lo que predomina... por suerte cada vez más van abriendo los ojos
gracias por recomendarme la entrada, si que la encuentro muy cercana
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